Prosigue el debate sobre la eutanasia en Francia. Hoy es el Colegio de Médicos, a través de su Consejo Nacional, quien ha sugerido que se podría permitir una «sedación terminal» para pacientes al final de la vida que hayan emitido «peticiones persistentes, lúcidas y reiteradas».
Ésta es la primera vez que los médicos expresan su opinión sobre el derecho a una muerte digna, que era el punto número 21 de los 60 compromisos por Francia sobre los que articuló en primavera François Hollande su campaña a la Presidencia de la República Francesa.
«Propondré que todas las personas mayores en fase avanzada o terminal de una enfermedad incurable, que les provoque un sufrimiento físico o mental insoportable, que no puede ser aliviado, puedan solicitar, bajo condiciones específicas y estrictas, el beneficio de una asistencia médica para terminar su vida con dignidad», rezaba el programa electoral que llevó en mayo al candidato socialista hasta el trono elíseo.
Citando «un deber de humanidad», el Colegio ha expresado su deseo de que estas situaciones en que profesionales de la salud ayudarían a morir a un enfermo incurable sean reservadas para «casos excepcionales», como algunas «agonías prolongadas» o dolores «incontrolables», para los cuales la ley actual no ofrece respuesta.
Como se recordará, entre los proyectos legislativos que el Gobierno socialista tenía programados para su primer año de mandato figura esta nueva reglamentación de la eutanasia, que debiera llegar al Consejo de Ministros en junio de 2013 y cuya cuenta atrás se inició en diciembre con la presentación al jefe de Estado de un informe elaborado por el profesor de Medicina Didier Sicard, ex presidente del Comité de Ética, con la ayuda de nueve expertos (filósofos, juristas, médicos) que han organizado debates y realizado entrevistas por todo el país.
Dicho documento señalaba que la legislación vigente en el Hexágono «no permite responder a todas las preocupaciones legítimas expresadas por las personas aquejadas de enfermedad grave e incurable», al tiempo que denuncia la «sordera» de los médicos frente al «sufrimiento psíquico» de los enfermos terminales, sugiere abrir un periodo de reflexión y recomienda con la mayor prudencia dar un paso hacia la legislación de la eutanasia.
Basándose en este texto, Hollande ha pedido un dictamen al Comité Nacional Consultivo de Ética, antes de que el Ejecutivo se ponga a redactar el correspondiente proyecto de ley. El punto más conflictivo que habrá de dirimir dicho comité es el del llamado suicidio asistido o eutanasia activa, legal en Bélgica y Holanda, que consiste en pedir al médico «un gesto radical» que produzca la muerte del paciente.
El ‘informe Sicard’ descartaba esa práctica, ya que «eso cruzaría la frontera de lo prohibido», pero denunciaba la insuficiencia de los cuidados paliativos y la escasa disposición de las instituciones sanitarias ante las demandas de los enfermos, además de constatar una preocupación de los franceses ante el escenario de pasar grandes sufrimientos o ver cómo sufren familiares terminales.
Como es sabido, Francia tiene ya una ley de 2005 que prohíbe el encarnizamiento terapéutico y prevé el derecho a «dejar morir». Dicha normativa hace hincapié en el tratamiento paliativo y autoriza a los médicos a administrar medicamentos contra el dolor incluso cuando éstos tienen por «efecto secundario acortar la vida». Ahora el Gobierno Hollande se plantea ir un paso más allá. Según las últimas encuestas, entre un 80% y un 90% de la población gala es partidaria de seguir avanzando en ese terreno.
