“Tenga usted la más cordial bienvenida a mi consulta médica. Le agradeceré leer atentamente esta guía antes de atenderlo. Le agradezco que usted me haya elegido para atenderlo…”, escribe al comienzo de su carta de dos carillas el neurocirujano Víctor Guzmán, quien desde hace más 10 años decidió entregar una lista de derechos y deberes a sus pacientes para lograr un simple objetivo: hacer más afable su difícil pega.
Pero en la práctica, la misiva se ha transformado en un rayado de cancha entre médico y paciente que Guzmán ofrece a los enfermos como una bandera blanca para romper el hielo de la primera cita y dar pie para que las personas se atrevan a preguntar lo quieran sobre sus males sin sentir que lo están molestando.
“La gente no se atreve a preguntar porque el médico no se abre a eso, formamos una barrera y con la carta ellos entienden que, como pacientes, tienen derechos. La gente aprende a dominar su enfermedad al preguntar y tienen mejores resultados en su tratamiento”, explica el médico que actualmente reside en su ciudad natal: Antofagasta.
DEBERES Y OBLIGACIONES
La carta, aunque sorprenda, lo ha hecho famoso en la ciudad. Lo que puede sonar a una obviedad hipocrática, llama la atención hoy en día en el frío negocio en que se ha transformado la medicina chilena. Pacientes disconformes, críticos ante médicos insensibles y con falta de tiempo para escuchar al enfermo son reclamos habituales y extendidos.
Pero con el documento Guzmán gana tiempo pues el paciente, al momento de entrar en su consulta, sabe a qué atenerse, entra tranquilo sabiendo que entre sus derechos no sólo está tener su número celular, sino también el poder de decisión de cambiar de profesional si lo quiere. También sabe que puede ingresar a la consulta con familiares e, incluso, solicitarle a Guzmán una visita a domicilio, gratuita, para explicar a fondo y frente a sus parientes los detalles de su enfermedad.
“Usted tiene derecho a pedir una segunda opinión, donde usted quiera, respecto a la enfermedad por la que consulta… usted tiene derecho a tener dominio de mi número de teléfono celular…”, son algunos de los ítems que detalla Guzmán en la misiva que ya le ha entregado a más de 30 mil pacientes.
-¿Cómo se le ocurrió hacer un decálogo personal del paciente?
-Se me ocurrió hacerlo durante la beca en el Instituto de Neurocirugía, donde la relación con la muerte es muy cercana y los médicos son muy unidos con sus pacientes, sobre todo con los niños. Ahí entendí que las personas tienen muchas dudas sobre cualquier enfermedad, aunque sea un resfrío y nosotros estamos en la obligación de calmar esas dudas.
-¿Cuál ha sido el mejor resultado de la carta?
-Que muchas pacientes opten por ser donantes de órganos por ejemplo. Se los pregunto en la carta y ellos piden hablar del tema porque atiendo muchos casos catastróficos. Cuando se les pregunta lo mismo en el Registro Civil, sacando el carné de identidad, la mayoría se niega porque es todo tan rápido e impersonal. Acá ellos tienen la instancia de pensarlo.
-Sigue los conceptos de médico familiar, que visita en la casa y recibe gallinas como pago…
-No, solo mantengo el respeto y no caigo en el endiosamiento. Sí visito a los pacientes en sus casas y estrecho vínculos con ellos. Soy el padrino de 2 pacientes, niños recién nacidos que tenían neurocefalia y meningocele y, una vez, un jinete al que atendí me regaló un caballo de carrera… me lo trajo hasta la puerta de mi consulta como regalo.
