El desarrollo es un derecho humano
La Declaración de las Naciones Unidas sobre el derecho al desarrollo establece de forma inequívoca que el desarrollo es un derecho y sitúa al ser humano en el centro del proceso de desarrollo.
El documento pionero, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 4 de diciembre de 1986, proclamó por primera vez este derecho inalienable, al declarar que todos los seres humanos «están facultados para participar en un desarrollo económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar de él».
Pertenece a todos
La búsqueda del crecimiento económico no es un fin en sí mismo. La Declaración afirma claramente que el desarrollo es un proceso amplio que tiene por objeto mejorar «el bienestar de la población entera y de todos los individuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa en el desarrollo y en la equitativa distribución» de los beneficios resultantes. Al igual que todos los derechos humanos, el derecho al desarrollo pertenece a todas las personas y todos los pueblos, en todas partes del mundo, con su participación y sin discriminación. La Declaración reconoce el derecho a la libre determinación y a la plena soberanía sobre la riqueza y los recursos naturales.
25º aniversario
Este año se cumple el 25º aniversario de la Declaración. Sin embargo, muchos niños, mujeres y hombres — muchos de esos seres humanos que son el objeto mismo del desarrollo — están todavía muy lejos de poder cumplir su derecho a una vida con dignidad, libertad e igualdad de oportunidades. Esta situación afecta directamente al disfrute de una amplia gama de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. La Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha llamado a los gobiernos y a todos los interesados a que aprovechen la oportunidad de este aniversario para ir más allá de los debates políticos y estudiar medidas prácticas para dar aplicación a la Declaración.
«Es mi deber hacer este llamamiento en este aniversario. Debemos terminar con la discriminación en la distribución de los beneficios del desarrollo. Debemos evitar que 500.000 mujeres mueran en el parto cada año. Debemos liberar del hambre a los millones de niños que viven en un mundo de abundancia. Y debemos asegurarnos de que las personas puedan beneficiarse de los recursos naturales de su país y participar significativamente en la adopción de decisiones. Este es el tipo de cuestiones que se abordan en la Declaración, que apela a la igualdad de oportunidades y el establecimiento de un orden social justo. No es por acción de la naturaleza que más de 1.000 millones de personas de todo el mundo están atrapadas en las garras de la pobreza. Es resultado de que se les haya negado el derecho humano fundamental al desarrollo».